jueves, 15 de octubre de 2015

Luz esquiva.


A veces me da por la ceguera
no veo el color del amanecer en vilo
ni el contorno de la flor morena
no veo la luz que tu reflejo emana
ni el resplandor del fin del camino.
Cuando enceguezco pierdo la ternura
se seca el filo del labio fruncido
enmaraña aún más el tumultuoso pelo
se encarama encumbrada la soledad
hasta el final de la cima inalcanzable.

Abrir ojos y no ver el alma
que desde allá ruega una sonrisa
no entender que la pupila cierra
la voluntad de percibir la lumbre
del amor imberbe que llega
entre nubes incoloras, por ciega
en decálogo de terquedad olvido
que si hay luz y bastoncillos
no hay ceguera.

Encenderé linternas, soles y fogatas
para enterarme de lo que me rodea
no ensimismarme más en esta celda
de falsas notas, falsas veredas.
Evocaré la luz para alumbrarme 
y finalmente caminar certera
con ojos vivos sin camuflaje
sin sombras rotas por la ceguera.

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